INTRODUCCIÓN
El tema a tratar en este ensayo
tiene como tema teológico “La
inmortalidad en el libro de Sabiduría”. Nos limitamos a este tema, y lo
desarrollamos por ser un tema sugerido y de interés para la comprensión del
marco teológico en que se desarrollo el N.T.
En un primer punto
trataremos el contexto literario, en donde presentaremos el tipo de literatura
a tratar y sus características principales. En un segundo punto trataremos el
contexto literario mayor, en donde enfocaremos la temática del ensayo en la
literatura sapiencial del A.T. con definiciones pertinentes para el tema de la
“inmortalidad”.
En un tercer punto
trataremos el contexto histórico social en que se desarrollo el escrito y sus
connotaciones para la temática de la inmortalidad. En un cuarto punto
desarrollaremos la temática de la inmortalidad en el libro de la sabiduría,
refiriéndonos al uso de textos que la mencionan y por ultimo presentaremos un
esfuerzo por revalorar el tema para nuestro tiempo, respetando el propósito con
el que se escribió el libro, para terminar con una breve conclusión.
LA INMORTALIDAD EN EL LIBRO DE
SABIDURÍA
- Contexto
Literario
Los estudiosos del Libro de Sabiduría han observado
que el autor (desconocido) no era un Judío palestino, sino un Judío
alejandrino. Por que el escrito evidencia todo un monoteísmo propio de la
cultura judía con visos de la influencia helénica. El autor evidencia
familiaridad con el pensamiento griego y términos filosóficos[1] que
es superior a cualquier cosa encontrada en Palestina. Su notable redacción en
griego, sus alusiones políticas, el coloreado local de los detalles, su rechazo
específico a la idolatría egipcia, etc., apuntan en dirección de Alejandría,
como el gran centro de mixtura de poblaciones judías y paganas, en donde el
autor se sintió llamado a emitir esta locuaz advertencia en contra del
Politeísmo e indiferencia Epicúrea, que a muchos de sus compatriotas judíos los
había influenciado.
Esta inferencia a partir de datos internos es
confirmada por el hecho de que el Libro de Sabiduría no se encuentra en el
Palestino, sino en el Canon Alejandrino del Antiguo Testamento. De haberse
originado en Palestina, su enérgica denuncia de la idolatría y sus enseñanzas
relativas a la vida futura le hubieran asegurado un sitio dentro del Canon
Palestino. Pero, por ser compuesto en Alejandría, su valor fue apreciado y
reconocido solamente por los compatriotas del autor. Es más difícil establecer
la fecha que el lugar de la composición del Libro de Sabiduría. Se admite universalmente que cuando el autor
describe un período de degradación moral y persecución injusta, tiene en vista
los tiempos de Ptolomeo IV Philopator (221-204 A.C.), o Ptolomeo VII Physicon
(145-117 A.C.), dado que solo bajo estos depravados príncipes es que los judíos
egipcios sufrieron persecución. Pero hay
que confesar lo dificultoso que es decidir, cual de estos dos monarcas estaba a
la vista del autor del Libro de Sabiduría al momento de su redacción. Es incluso posible que la obra fuese
publicada después de la caída de esos príncipes, por que el tenor de su
contenido hubiera aumentado la furia opresiva.
- Contexto
Literario Mayor
En el Antiguo Testamento encontramos
que la idea de eternidad se expresa en el termino holam y casi siempre
va unido a la idea del Dios eterno pero la idea de inmortalidad, referente al
hombre carece de términos en los escritos hebreos y los sapienciales. La
palabra hebrea común para referirse al hombre y que se traduce como “alma” es nefesh,
significa simplemente “una criatura que respira, un ser viviente”. W.E. Vine[2],
nos define nefesh como “la esencia de la vida, el acto de respirar, de
aspirar el aire. . . . El problema con la palabra “alma” es que en el idioma
hebreo no existe ningún equivalente, ni del término ni del concepto que
encierra. El pensamiento hebreo no tiene
un concepto que incluya una combinación u oposición de alma y cuerpo, pues
estas ideas provienen del griego y del latín.
La palabra alma se presenta con
frecuencia como si tuviera alguna relación con el
idioma
hebreo. Sin embargo, en realidad encierra otros significados que proceden de la
filosofía
griega (platonismo), y del orfismo y del
nosticismo, que no tienen nada que ver con el
significado
de la palabra nefesh.
En los textos del A.T. y en la
literatura sapiencial, esta palabra no alcanzo el significado que
se conoce como “alma inmortal”; únicamente hacía referencia al principio de la vida, al ser viviente o al yo como el
sujeto que experimentaba el apetito, la emoción y,
en ciertos casos, la voluntad.
El hecho de que nefesh no significa
alma inmortal se puede ver claramente cuando analizamos
la forma en que se usa en el Antiguo Testamento. En el relato de la creación,
esta palabra se aplica tanto a los animales como
a los seres humanos (Génesis 1:24; 2:7). En
Levítico 21:11 la palabra nefesh se traduce
como “persona” y se usa para hablar del cadáver
de un ser humano.
Las Escrituras hebreas muestran que el alma puede morir: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4, 20). Según el Antiguo Testamento, los muertos van a parar al Seol, que no es nada mas que
el lugar de los muertos. En Eclesiastés 9:10 se nos dice que después de la muerte “no hay obra, ni trabajo, ni
ciencia, ni sabiduría”.
En otras palabras, estar en el Seol equivale a estar muerto, en un estado
de inconciencia: “Porque los que viven saben
que han de morir; pero los muertos nada
saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su
odio y
su envidia fenecieron ya . . .”
(vv. 5-6).
En los Salmos, el rey David se lamentó
que la muerte pusiera fin a su relación con Dios: “Porque en la
muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te
alabará?” (Salmos 6:5). El concepto del alma inmortal
no es claro en el Antiguo Testamento[3],
pero a medida que los
judíos entraron en contacto con la cultura
griega, empezaron a adoptarlo. El filósofo judío Filón de Alejandría (20 a.C.-54 d.C.) mezcló
las ideas de Platón con los conceptos bíblicos;
él enseñó: “. . . La muerte de un hombre es la
separación del alma y el cuerpo . . .” Filón adoptó el punto de vista helénico, según el cual el
alma era liberada por la muerte para vivir
una vida eterna de
felicidad o de sufrimiento[4].
Es cierto que el concepto ideal de vida en el Antiguo
Testamento es más que la simple existencia; tiene una cierta plenitud, incluye
la realización del ser humano en la familia y en su posteridad, la
experiencia de una
larga existencia vivida
con todas las
energías que la
juventud y la madurez pueden dar, la alegría de sentirse
protegido por Dios y de cumplir su misión, la satisfacción de ser apreciado y
recordado, y el gozo de dejar un legado para la posteridad. Pero llegar a decir
que Israel desde antes creyó
en la inmortalidad
después de la
muerte no es
una tesis aceptada
por la mayoría de los exegetas y
teólogos del Antiguo Testamento.
La tesis común es que Israel
progresó en su conocimiento sobre el destino del ser humano después de la muerte
llegando en los
últimos siglos antes
de Cristo a la
creencia en la inmortalidad y la
resurrección. Los profetas y los libros sapienciales de la Biblia hebrea no
acarician la esperanza de una
realización en la otra
vida. Los primeros
vislumbres o esbozos
de esta creencia emergen
en escritos posteriores
en que personas
de profunda fe
expresan sin mayor precisión su deseo de reivindicación en
el más allá como puede verse en los Salmos 16, 37 y 73, que son de origen tardío. Dicha creencia se hace
luego más explícita en muchos escritos de los últimos siglos antes de Cristo,
como ser en I Hen 25, 4-7; 103, 4; 104, 2; Jub 23, 31; 4Q521; Dan 12, 1-3; 2
Mac 7, 11,14; Sab 2, 23; 3, 1-8. [5]
- Contexto Histórico Social
El
periodo helénico es la fase histórica que acompaña al desarrollo del libro de
la sabiduría. La cultura griega desde el primer momento deslumbro a los
habitantes de Palestina. Israel a pesar
de que había tenido un roce cultural con las culturas extranjeras, no había
recibido –en su esencia- grandes modificaciones, pero con los griegos seria
distinto. Después de la muerte de Alejandro los generales macedonios
determinaron dejar vacante el reino de Macedonia y por lo tanto todo el imperio.
Pronto los generales empezarían a formar sus reinos independientes con las
satrapias tomadas, viéndose el imperio en luchas intestinas, finalmente serian
reconocidos a Tolomeo y Antíoco como rey de Egipto y rey de Babilonia y Siria.
Palestina estuvo del año 301 al 198 en manos de los Tolomeos, en esta fecha el
ejercito Tolomeo V fue vencido por Antíoco III. Con esto la región de Palestina
paso a los seléucidas.
Durante
el siglo III a. C. gran numero de judíos se trasladaron a Egipto, formando una
fuerte comunidad en Alejandría y también en otras partes del país. Palestina
casi no había sentido el cambio, por que
Alejandro había conservado los privilegios de autonomía, sin embargo, poco a
poco se dejo sentir esta influencia en el comercio. Las causas principales
fueron las ciudades griegas que se fundaron en las llanuras costeras del
mediterráneo. Palestina era una provincia dependiente de Egipto. Tenia
autonomía en varios campos, sobre todo el religioso, la autoridad local era
ejercida por un colegio de ancianos, gerousia cuyo jefe natural era el sumo
sacerdote, encargado directamente por el gobierno central de recoger los
impuestos.
En
Alejandría aproximadamente habían unos cien mil judíos, allí nació la LXX , lo
cual indica la vitalidad de la comunidad judía, esta comunidad había adoptado
el griego Koiné e influía también en Palestina, aunque no se integraban del
todo a la comunidad griega por que proponían un modelo religioso y moral
excelso, que cautivaba a muchos paganos. Por otro lado los seléucidas dieron un
impulso especial a la cultura griega viendo en este un gran instrumento para
unificar y cohesionar su reino. Al principio los seléucidas fueron bien
recibidos por que habían reducido los impuestos, pero esto cambiaria al acecho
del imperio romano.
El
mundo judío vivía determinado por su memoria por los hechos ocurridos a sus
antepasados, por medio de ella manifestaban su identidad. Los ecos proféticos
se habían apagado ante el sopor implantada por la soberanía persa, pero ante la
llegada de los invasores. La cultura griega con su filosofía, su arte, sus
costumbres y sus gustos ejerció una gran atracción en toda la población judía,
los judíos se pusieron a considerar la novedad y poco a poco la influencia
griega fue creciendo.
Entre
los años 167 a.C. y 63 a.C. la historia de Israel esta dominada por la
actividad de la dinámica familia de los asmoneos, quienes condujeron a los
israelitas a rebelarse contra las leyes opresivas de los seléucidas que
atentaban contra la ley de Dios y después coronaron su actividad con la
conquista de todos los territorios de los antiguos reinos de Judá e Israel. La
conquista de Palestina solo se pudo lograr a partir de guerras constantes,
lamentablemente todo esto conllevo a una división interna del pueblo que finalmente
termino debilitando y fragmentando al pueblo judío y que acabo en la invasión
romana en el 65 a.C[6].
- La inmortalidad.
Como ya hemos señalado
anteriormente la idea de la inmortalidad, en forma de vida después de la muerte
no se encuentra en los sapienciales y en los textos del Antiguo Testamento, sin
embrago, el libro de sabiduría nos va a vislumbrar con este tema desde sus
primeros capítulos. Algunos textos como 2:23, 3:1-8, 8:17-18 los tratan
explícitamente.
Textos
que nos hablan del destino del hombre y la mujer: la vida y la muerte.
“Dios no hizo la muerte”...
“sino el diablo, y la experimentan los que pertenecen al diablo” (1:13, 2:24)... estos
irán al “Hades”, en griego, se menciona 4 veces, y es equivalente al Seol de
los hebreos (1:14, 2:1 16:13,14)... Dios
creó cada hombre y mujer para ser incorruptibles, para una vida eterna
gloriosa, a imagen de la naturaleza de Dios (2:23, semejante 2Ped.1:4). ...
y a imagen de Dios, ¡nos creó libres!... y Dios prueba a todos como en un
crisol, y a los que le son fieles, tras una corta prueba de corrección, el día
de la visita resplandecerán como chispas, juzgarán a las naciones, dominarán la
tierra, y reinarán eternamente... (3:4-9). Aquí notamos la idea de
inmortalidad originada y sustentada por Dios, alcanzada vía la
incorruptibilidad, en el obrar libre. La imagen del diablo se presenta como
antitesis a la inmortalidad, la muerte.
En
Sabiduría hay sólo dos clases de hombres: Los Impíos, y los Justos. Castigo
eterno vs. Vida eterna
Los “impíos”, son los que “no
guardan los preceptos ni observan las leyes de Dios” (6:18)... empiezan
razonando bien, pero concluyen muy mal: Dicen: “Nuestra vida es corta y
triste.. es como humo, como una centella, como rastro de nube, como una sombra
que pasa... así es que, ¡venid y gocemos los bienes presentes!, Hartémonos de
vino y perfumes, en orgías, oprimamos al justo... ¡pertenecen al diablo!”
(cap.2)... “son unos desdichados, y tendrán un castigo eterno separados de
Dios” (cap.3, 4:19). Aquí la
antitesis de la inmortalidad, esta presentada en la imagen del castigo eterno
para los injustos, que no obedecen la ley de Dios y oprimen al justo, la figura
del diablo representa la perdición.
Los “justos”, “aman a Dios,
guardando sus preceptos y observando sus leyes” (6:18)... son “hijos de Dios,
quien los librará de sus enemigos, y después de una breve prueba, reinarán
eternamente con el Señor, juzgarán a las naciones y dominarán sobre los pueblos”
(cap.3). Aquí la idea del reinado se
presenta como un premio a los justos, la inmortalidad es vista como la
recompensa para el que ama a Dios.
El
“Juicio Final”: la gloria y la desdicha.
(cap.5): La vida no
acaba con la muerte del cuerpo, como piensan erróneamente los impíos... ¡después
viene el Juicio Final”... ¡y será para todos!, buenos y malos, (como
dirá Mat.25:31-46...) Los “justos” son
contados entre los hijos de Dios... recibirán un glorioso reino, una hermosa
corona de mano del Señor... y tienen su heredad eterna entre los santos, y su
galardón está en el Señor...” (5:5,15-16).
Los “impíos”: “Estarán en el oprobio sempiterno... sumergidos en el
dolor... y su esperanza es como polvo arrebatado por el viento, como ligera
espuma deshecha por el huracán, como humo que se disipa en el aire... así
discurren en el infierno los pecadores” (4:19, 5:14-15). La idea de inmortalidad en estos pasajes
reflejan una clara intención, la de encaminar a los oyentes hacia el camino de
la gloria y el galardón, que por cierto es alcanzable y realizable, en la tierra
misma.
La
inmortalidad inicia en el obrar con justicia.
Pensando esto conmigo mismo y considerando en mi corazón que se
encuentra la inmortalidad en emparentar con la Sabiduría, en su amistad un
placer bueno, en los trabajos de sus manos inagotables riquezas, prudencia en
cultivar su trato y prestigio en conversar con ella, por todos los medios
buscaba la manera de hacérmela mía. (8.17,18). Estos
dos textos nos muestran el inicio de la inmortalidad, señala lo que hace libre,
justo y obediente al hombre. Descifra lo que realmente es la sabiduría y la
vincula al obrar y hacer bien a los demás.
La inmortalidad empieza aquí, y se vive trabajando y obrando en justicia
con el necesitado, el pobre, el marginado.
- Su validez para nuestro tiempo.
a) Uno de los aspectos en que el libro de la Sabiduría supone
un progreso en relación con el resto del AT es su visión sobre la vida futura.
El interrogante de la vida y de la muerte preocupa a todos. Antes que nada,
aquí se dice que Dios sólo creó la vida, “creó al hombre incorruptible, le
hizo imagen de su misma naturaleza”. El mal, el pecado y, como
consecuencia, la muerte, entró después, “por envidia del diablo”, como
dice el autor. Pero, sea cual sea el origen de la muerte, lo que es más
importante es el más allá después de la misma. Los justos están destinados a la
vida: “la gente insensata pensaba que morían, pero ellos están en paz; la
gente pensaba que eran castigados, pero ellos esperaban seguros la inmortalidad”.
b) Esta perspectiva es la que da
sentido a nuestra vida y la que nos llena de esperanza. La muerte no es una
pared con la que chocamos al final de la carrera. Con ojos humanos, es un
misterio sin sentido, un fatalismo sin esperanza. Pero ya desde estas últimas
páginas del AT se nos orienta hacia una visión luminosa del más allá. Los
justos vivirán en Dios, en el amor, en la felicidad. Que antes hayan tenido que
pasar por tribulaciones y pruebas, pierde importancia ante la intensidad de lo
que les espera: “sufrieron un poco, pero recibirán grandes favores”.
Dios los ha probado como se prueba el oro en un crisol “y los halló dignos
de sí”. La sabiduría humana se contenta con la perspectiva de aquí abajo.
Y, por tanto, la muerte la considera la desgracia total: “la gente insensata
pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia”. Pero no es
así, en los planes de Dios.
Nosotros, con mayores razones que
el autor del AT, sabemos que estamos destinados a compartir con Cristo su
existencia gloriosa: “los que en él confían, conocerán la verdad y los fieles
permanecerán con él en el amor”.
Conclusión
Está dedicado a los judíos de la diáspora, sobre todo a los
que vivían en Alejandría de Egipto, en medio de la cultura helénica, con
problemas para mantener su propia identidad de pueblo de la Alianza. Todo el
libro es un canto a la sabiduría verdadera, opuesta a la de los impíos, que no
tienen la mentalidad de Dios. Aún entre los libros sapienciales –Proverbios,
Eclesiástico, Qohelet etc.–, éste de la Sabiduría supone un paso adelante en la
maduración: la sabiduría aparece cada vez más “personificada” y proveniente del
mismo Dios.
El libro de la Sabiduría está ya muy cercano y prepara el NT.
Su lenguaje sobre el espíritu y sobre la sabiduría de Dios se asemejan mucho a
lo que se nos revelará sobre Cristo Jesús y el Espíritu Santo. También ha
llegado, en su gradual maduración, a vislumbrar claramente (más aún que el
libro de Daniel o el de los Macabeos), la doctrina de la vida futura y del
premio y castigo tras la muerte.
Los judíos para los que se escribió este libro estaban
tentados por la cultura pagana del helenismo. Nosotros, por otras parecidas, y
necesitamos afianzar nuestra identidad, para no dejarnos contaminar ni perder
los valores fundamentales de nuestra fe cristiana. Los cristianos estamos
convencidos de que la respuesta de Dios ha sido su Hijo Jesús.
BIBLIOGRAFÍA
Biblia de Jerusalén
Enciclopedia católica
Pixley Jorge, Historia Sagrada,
Historia Popular, 2ª ed. Revisada, San Jose, Costa Rica. DEI, 1991. Revista Bíblica. Año 61 .
1999/2-3 . Págs. 119-132
W.E. Vine, Diccionario expositivo
de palabras del Antiguo
y
del Nuevo Testamento, pp. 237-238
[1] Nombra a Dios “Autor de la belleza”: 8, 3; estiliza Providencia pronoia:
14,3 ; 17, 2; habla de oule amorphos, “ el material amorfo” del
universo, en el estilo de Platón: 11, 17; enumera cuatro virtudes cardinales de
acuerdo con la escuela Aristotélica: 8,7; etc., Enciclopedia católica.
[2] W.E. Vine,
Diccionario expositivo de palabras del Antiguo
y del Nuevo Testamento, pp. 237-238
[3] Revista Bíblica. Año 61 . 1999/2-3 . Págs. 119-132
[4] Enciclopedia Católica.
[5] Enciclopedia Católica.
[6] Pixley Jorge, Historia Sagrada, Historia Popular, 2ª ed. Revisada, San
Jose, Costa Rica. DEI, 1991.