domingo, 6 de septiembre de 2015

Inmortalidad en la literatura sapiencial















INTRODUCCIÓN







El tema a tratar en este ensayo tiene como tema teológico “La inmortalidad en el libro de Sabiduría”. Nos limitamos a este tema, y lo desarrollamos por ser un tema sugerido y de interés para la comprensión del marco teológico en que se desarrollo el N.T.



            En un primer punto trataremos el contexto literario, en donde presentaremos el tipo de literatura a tratar y sus características principales. En un segundo punto trataremos el contexto literario mayor, en donde enfocaremos la temática del ensayo en la literatura sapiencial del A.T. con definiciones pertinentes para el tema de la “inmortalidad”.



            En un tercer punto trataremos el contexto histórico social en que se desarrollo el escrito y sus connotaciones para la temática de la inmortalidad. En un cuarto punto desarrollaremos la temática de la inmortalidad en el libro de la sabiduría, refiriéndonos al uso de textos que la mencionan y por ultimo presentaremos un esfuerzo por revalorar el tema para nuestro tiempo, respetando el propósito con el que se escribió el libro, para terminar con una breve conclusión.    



















LA INMORTALIDAD EN EL LIBRO DE SABIDURÍA





  1. Contexto Literario



Los estudiosos del Libro de Sabiduría han observado que el autor (desconocido) no era un Judío palestino, sino un Judío alejandrino. Por que el escrito evidencia todo un monoteísmo propio de la cultura judía con visos de la influencia helénica. El autor evidencia familiaridad con el pensamiento griego y términos filosóficos[1] que es superior a cualquier cosa encontrada en Palestina. Su notable redacción en griego, sus alusiones políticas, el coloreado local de los detalles, su rechazo específico a la idolatría egipcia, etc., apuntan en dirección de Alejandría, como el gran centro de mixtura de poblaciones judías y paganas, en donde el autor se sintió llamado a emitir esta locuaz advertencia en contra del Politeísmo e indiferencia Epicúrea, que a muchos de sus compatriotas judíos los había influenciado. 



Esta inferencia a partir de datos internos es confirmada por el hecho de que el Libro de Sabiduría no se encuentra en el Palestino, sino en el Canon Alejandrino del Antiguo Testamento. De haberse originado en Palestina, su enérgica denuncia de la idolatría y sus enseñanzas relativas a la vida futura le hubieran asegurado un sitio dentro del Canon Palestino. Pero, por ser compuesto en Alejandría, su valor fue apreciado y reconocido solamente por los compatriotas del autor. Es más difícil establecer la fecha que el lugar de la composición del Libro de Sabiduría.  Se admite universalmente que cuando el autor describe un período de degradación moral y persecución injusta, tiene en vista los tiempos de Ptolomeo IV Philopator (221-204 A.C.), o Ptolomeo VII Physicon (145-117 A.C.), dado que solo bajo estos depravados príncipes es que los judíos egipcios sufrieron persecución.  Pero hay que confesar lo dificultoso que es decidir, cual de estos dos monarcas estaba a la vista del autor del Libro de Sabiduría al momento de su redacción.  Es incluso posible que la obra fuese publicada después de la caída de esos príncipes, por que el tenor de su contenido hubiera aumentado la furia opresiva.



  1. Contexto Literario Mayor



En el Antiguo Testamento encontramos que la idea de eternidad se expresa en el termino holam y casi siempre va unido a la idea del Dios eterno pero la idea de inmortalidad, referente al hombre carece de términos en los escritos hebreos y los sapienciales. La palabra hebrea común para referirse al hombre y que se traduce como “alma” es nefesh, significa simplemente “una criatura que respira, un ser viviente”. W.E. Vine[2], nos define nefesh como “la esencia de la vida, el acto de respirar, de aspirar el aire. . . . El problema con la palabra “alma” es que en el idioma hebreo no existe ningún equivalente, ni del término ni del concepto que encierra. El  pensamiento hebreo no tiene un concepto que incluya una combinación u oposición de alma y cuerpo, pues estas ideas provienen del griego y del latín. 

La palabra alma se presenta con frecuencia como si tuviera alguna relación con el idioma
hebreo. Sin embargo, en realidad encierra otros significados que proceden de la filosofía
griega (platonismo), y del orfismo y del nosticismo, que no tienen nada que ver con el significado
de la palabra nefesh.



En los textos del A.T. y en la literatura sapiencial, esta palabra no alcanzo el significado que se conoce como “alma inmortal”; únicamente hacía referencia al principio de la vida, al ser viviente o al yo como el sujeto que experimentaba el apetito, la emoción y, en ciertos casos, la voluntad. 

El hecho de que nefesh no significa alma inmortal se puede ver claramente cuando analizamos
la forma en que se usa en el Antiguo Testamento. En el relato de la creación, esta palabra se aplica tanto a los animales como a los seres humanos (Génesis 1:24; 2:7). En Levítico 21:11 la palabra nefesh se traduce como “persona” y se usa para hablar del cadáver de un ser humano.



Las Escrituras hebreas muestran que el alma puede morir: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4, 20).  Según el Antiguo Testamento, los muertos van a parar al Seol, que no es nada mas que el lugar de los muertos. En Eclesiastés 9:10 se nos dice que después de la muerte “no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”. En otras palabras, estar en el Seol equivale a estar muerto, en un estado de inconciencia: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y
su envidia fenecieron ya . . .” (vv. 5-6).



En los Salmos, el rey David se lamentó que la muerte pusiera fin a su relación con Dios: “Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?” (Salmos 6:5). El concepto del alma inmortal no es claro en el Antiguo Testamento[3], pero a medida que los
judíos entraron en contacto con la cultura griega, empezaron a adoptarlo. El filósofo judío Filón de Alejandría (20 a.C.-54 d.C.) mezcló las ideas de Platón con los conceptos bíblicos; él enseñó: “. . . La muerte de un hombre es la separación del alma y el cuerpo . . .” Filón adoptó el punto de vista helénico, según el cual el alma era liberada por la muerte para vivir una vida eterna de felicidad o de sufrimiento[4].



Es cierto que el concepto ideal de vida en el Antiguo Testamento es más que la simple existencia; tiene una cierta plenitud, incluye la realización del ser humano en la familia y en su posteridad, la experiencia  de  una  larga  existencia  vivida  con  todas  las  energías  que  la  juventud  y  la madurez pueden dar, la alegría de sentirse protegido por Dios y de cumplir su misión, la satisfacción de ser apreciado y recordado, y el gozo de dejar un legado para la posteridad. Pero llegar a decir que Israel desde  antes  creyó  en  la  inmortalidad  después  de  la  muerte  no  es  una  tesis  aceptada  por  la mayoría de los exegetas y teólogos del Antiguo Testamento.



La tesis común es que Israel progresó en su conocimiento sobre el destino del ser humano después de  la muerte  llegando  en  los  últimos  siglos  antes  de Cristo  a  la  creencia  en  la inmortalidad  y  la resurrección. Los profetas y los libros sapienciales de la Biblia hebrea no acarician la esperanza  de  una  realización  en  la  otra  vida.  Los  primeros  vislumbres  o  esbozos  de  esta creencia  emergen  en  escritos  posteriores  en  que  personas  de  profunda  fe  expresan  sin  mayor precisión su deseo de reivindicación en el más allá como puede verse en los Salmos 16, 37 y 73, que  son de origen tardío. Dicha creencia se hace luego más explícita en muchos escritos de los últimos siglos antes de Cristo, como ser en I Hen 25, 4-7; 103, 4; 104, 2; Jub 23, 31; 4Q521; Dan 12, 1-3; 2 Mac 7, 11,14; Sab 2, 23; 3, 1-8. [5]



  1. Contexto Histórico Social



El periodo helénico es la fase histórica que acompaña al desarrollo del libro de la sabiduría. La cultura griega desde el primer momento deslumbro a los habitantes de Palestina.  Israel a pesar de que había tenido un roce cultural con las culturas extranjeras, no había recibido –en su esencia- grandes modificaciones, pero con los griegos seria distinto. Después de la muerte de Alejandro los generales macedonios determinaron dejar vacante el reino de Macedonia y por lo tanto todo el imperio. Pronto los generales empezarían a formar sus reinos independientes con las satrapias tomadas, viéndose el imperio en luchas intestinas, finalmente serian reconocidos a Tolomeo y Antíoco como rey de Egipto y rey de Babilonia y Siria. Palestina estuvo del año 301 al 198 en manos de los Tolomeos, en esta fecha el ejercito Tolomeo V fue vencido por Antíoco III. Con esto la región de Palestina paso a los seléucidas.



Durante el siglo III a. C. gran numero de judíos se trasladaron a Egipto, formando una fuerte comunidad en Alejandría y también en otras partes del país. Palestina casi no había sentido el cambio,  por que Alejandro había conservado los privilegios de autonomía, sin embargo, poco a poco se dejo sentir esta influencia en el comercio. Las causas principales fueron las ciudades griegas que se fundaron en las llanuras costeras del mediterráneo. Palestina era una provincia dependiente de Egipto. Tenia autonomía en varios campos, sobre todo el religioso, la autoridad local era ejercida por un colegio de ancianos, gerousia cuyo jefe natural era el sumo sacerdote, encargado directamente por el gobierno central de recoger los impuestos.



En Alejandría aproximadamente habían unos cien mil judíos, allí nació la LXX , lo cual indica la vitalidad de la comunidad judía, esta comunidad había adoptado el griego Koiné e influía también en Palestina, aunque no se integraban del todo a la comunidad griega por que proponían un modelo religioso y moral excelso, que cautivaba a muchos paganos. Por otro lado los seléucidas dieron un impulso especial a la cultura griega viendo en este un gran instrumento para unificar y cohesionar su reino. Al principio los seléucidas fueron bien recibidos por que habían reducido los impuestos, pero esto cambiaria al acecho del imperio romano.



El mundo judío vivía determinado por su memoria por los hechos ocurridos a sus antepasados, por medio de ella manifestaban su identidad. Los ecos proféticos se habían apagado ante el sopor implantada por la soberanía persa, pero ante la llegada de los invasores. La cultura griega con su filosofía, su arte, sus costumbres y sus gustos ejerció una gran atracción en toda la población judía, los judíos se pusieron a considerar la novedad y poco a poco la influencia griega fue creciendo.



Entre los años 167 a.C. y 63 a.C. la historia de Israel esta dominada por la actividad de la dinámica familia de los asmoneos, quienes condujeron a los israelitas a rebelarse contra las leyes opresivas de los seléucidas que atentaban contra la ley de Dios y después coronaron su actividad con la conquista de todos los territorios de los antiguos reinos de Judá e Israel. La conquista de Palestina solo se pudo lograr a partir de guerras constantes, lamentablemente todo esto conllevo a una división interna del pueblo que finalmente termino debilitando y fragmentando al pueblo judío y que acabo en la invasión romana en el 65 a.C[6].



  1. La inmortalidad.



Como ya hemos señalado anteriormente la idea de la inmortalidad, en forma de vida después de la muerte no se encuentra en los sapienciales y en los textos del Antiguo Testamento, sin embrago, el libro de sabiduría nos va a vislumbrar con este tema desde sus primeros capítulos. Algunos textos como 2:23, 3:1-8, 8:17-18 los tratan explícitamente.



    1. Textos que nos hablan del destino del hombre y la mujer: la vida y la muerte.



“Dios no hizo la muerte”... “sino el diablo, y la experimentan los que pertenecen al diablo” (1:13, 2:24)... estos irán al “Hades”, en griego, se menciona 4 veces, y es equivalente al Seol de los hebreos (1:14, 2:1 16:13,14)...  Dios creó cada hombre y mujer para ser incorruptibles, para una vida eterna gloriosa, a imagen de la naturaleza de Dios (2:23, semejante 2Ped.1:4). ... y a imagen de Dios, ¡nos creó libres!... y Dios prueba a todos como en un crisol, y a los que le son fieles, tras una corta prueba de corrección, el día de la visita resplandecerán como chispas, juzgarán a las naciones, dominarán la tierra, y reinarán eternamente... (3:4-9). Aquí notamos la idea de inmortalidad originada y sustentada por Dios, alcanzada vía la incorruptibilidad, en el obrar libre. La imagen del diablo se presenta como antitesis a la inmortalidad, la muerte.



    1. En Sabiduría hay sólo dos clases de hombres: Los Impíos, y los Justos. Castigo eterno vs. Vida eterna 



Los “impíos”, son los que “no guardan los preceptos ni observan las leyes de Dios” (6:18)... empiezan razonando bien, pero concluyen muy mal: Dicen: “Nuestra vida es corta y triste.. es como humo, como una centella, como rastro de nube, como una sombra que pasa... así es que, ¡venid y gocemos los bienes presentes!, Hartémonos de vino y perfumes, en orgías, oprimamos al justo... ¡pertenecen al diablo!” (cap.2)... “son unos desdichados, y tendrán un castigo eterno separados de Dios” (cap.3, 4:19).  Aquí la antitesis de la inmortalidad, esta presentada en la imagen del castigo eterno para los injustos, que no obedecen la ley de Dios y oprimen al justo, la figura del diablo representa la perdición.



Los “justos”, “aman a Dios, guardando sus preceptos y observando sus leyes” (6:18)... son “hijos de Dios, quien los librará de sus enemigos, y después de una breve prueba, reinarán eternamente con el Señor, juzgarán a las naciones y dominarán sobre los pueblos” (cap.3).  Aquí la idea del reinado se presenta como un premio a los justos, la inmortalidad es vista como la recompensa para el que ama a Dios.



    1. El “Juicio Final”: la gloria y la desdicha. 



(cap.5): La vida no acaba con la muerte del cuerpo, como piensan erróneamente los impíos... ¡después viene el Juicio Final”... ¡y será para todos!, buenos y malos, (como dirá Mat.25:31-46...)  Los “justos” son contados entre los hijos de Dios... recibirán un glorioso reino, una hermosa corona de mano del Señor... y tienen su heredad eterna entre los santos, y su galardón está en el Señor...” (5:5,15-16).  Los “impíos”: “Estarán en el oprobio sempiterno... sumergidos en el dolor... y su esperanza es como polvo arrebatado por el viento, como ligera espuma deshecha por el huracán, como humo que se disipa en el aire... así discurren en el infierno los pecadores” (4:19, 5:14-15).  La idea de inmortalidad en estos pasajes reflejan una clara intención, la de encaminar a los oyentes hacia el camino de la gloria y el galardón, que por cierto es alcanzable y realizable, en la tierra misma.

  

    1. La inmortalidad inicia en el obrar con justicia.



Pensando esto conmigo mismo y considerando en mi corazón que se encuentra la inmortalidad en emparentar con la Sabiduría, en su amistad un placer bueno, en los trabajos de sus manos inagotables riquezas, prudencia en cultivar su trato y prestigio en conversar con ella, por todos los medios buscaba la manera de hacérmela mía. (8.17,18). Estos dos textos nos muestran el inicio de la inmortalidad, señala lo que hace libre, justo y obediente al hombre. Descifra lo que realmente es la sabiduría y la vincula al obrar y hacer bien a los demás.  La inmortalidad empieza aquí, y se vive trabajando y obrando en justicia con el necesitado, el pobre, el marginado.



  1. Su validez para nuestro tiempo.



a) Uno de los aspectos en que el libro de la Sabiduría supone un progreso en relación con el resto del AT es su visión sobre la vida futura. El interrogante de la vida y de la muerte preocupa a todos. Antes que nada, aquí se dice que Dios sólo creó la vida, “creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su misma naturaleza”. El mal, el pecado y, como consecuencia, la muerte, entró después, “por envidia del diablo”, como dice el autor. Pero, sea cual sea el origen de la muerte, lo que es más importante es el más allá después de la misma. Los justos están destinados a la vida: “la gente insensata pensaba que morían, pero ellos están en paz; la gente pensaba que eran castigados, pero ellos esperaban seguros la inmortalidad”.



b) Esta perspectiva es la que da sentido a nuestra vida y la que nos llena de esperanza. La muerte no es una pared con la que chocamos al final de la carrera. Con ojos humanos, es un misterio sin sentido, un fatalismo sin esperanza. Pero ya desde estas últimas páginas del AT se nos orienta hacia una visión luminosa del más allá. Los justos vivirán en Dios, en el amor, en la felicidad. Que antes hayan tenido que pasar por tribulaciones y pruebas, pierde importancia ante la intensidad de lo que les espera: “sufrieron un poco, pero recibirán grandes favores”. Dios los ha probado como se prueba el oro en un crisol “y los halló dignos de sí”. La sabiduría humana se contenta con la perspectiva de aquí abajo. Y, por tanto, la muerte la considera la desgracia total: “la gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia”. Pero no es así, en los planes de Dios.



Nosotros, con mayores razones que el autor del AT, sabemos que estamos destinados a compartir con Cristo su existencia gloriosa: “los que en él confían, conocerán la verdad y los fieles permanecerán con él en el amor”.

 






Conclusión




Está dedicado a los judíos de la diáspora, sobre todo a los que vivían en Alejandría de Egipto, en medio de la cultura helénica, con problemas para mantener su propia identidad de pueblo de la Alianza. Todo el libro es un canto a la sabiduría verdadera, opuesta a la de los impíos, que no tienen la mentalidad de Dios. Aún entre los libros sapienciales –Proverbios, Eclesiástico, Qohelet etc.–, éste de la Sabiduría supone un paso adelante en la maduración: la sabiduría aparece cada vez más “personificada” y proveniente del mismo Dios.



El libro de la Sabiduría está ya muy cercano y prepara el NT. Su lenguaje sobre el espíritu y sobre la sabiduría de Dios se asemejan mucho a lo que se nos revelará sobre Cristo Jesús y el Espíritu Santo. También ha llegado, en su gradual maduración, a vislumbrar claramente (más aún que el libro de Daniel o el de los Macabeos), la doctrina de la vida futura y del premio y castigo tras la muerte.



Los judíos para los que se escribió este libro estaban tentados por la cultura pagana del helenismo. Nosotros, por otras parecidas, y necesitamos afianzar nuestra identidad, para no dejarnos contaminar ni perder los valores fundamentales de nuestra fe cristiana. Los cristianos estamos convencidos de que la respuesta de Dios ha sido su Hijo Jesús.





















  









BIBLIOGRAFÍA









        1. Biblia de Jerusalén
        2. Enciclopedia católica
        3. Pixley Jorge, Historia Sagrada, Historia Popular, 2ª ed. Revisada, San Jose, Costa Rica. DEI, 1991.   Revista Bíblica. Año 61 . 1999/2-3 . Págs. 119-132
        4. W.E. Vine, Diccionario expositivo de palabras del Antiguo
        5. y del Nuevo Testamento, pp. 237-238






[1] Nombra a Dios “Autor de la belleza”: 8, 3; estiliza Providencia pronoia: 14,3 ; 17, 2; habla de oule amorphos, “ el material amorfo” del universo, en el estilo de Platón: 11, 17; enumera cuatro virtudes cardinales de acuerdo con la escuela Aristotélica: 8,7; etc., Enciclopedia católica.
[2] W.E. Vine, Diccionario expositivo de palabras del Antiguo
y del Nuevo Testamento, pp. 237-238
[3] Revista Bíblica. Año 61 . 1999/2-3 . Págs. 119-132
[4] Enciclopedia Católica.
[5] Enciclopedia Católica.
[6] Pixley Jorge, Historia Sagrada, Historia Popular, 2ª ed. Revisada, San Jose, Costa Rica. DEI, 1991.  

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